Bajé a la sala de estar para averiguar de donde había venido ese estruendo. Busqué por todas partes pero no había rastro de haberse caído nada. - Seguro que te lo has imaginado, Kian. Eso te pasa por beber de más. - dije para mí. Apagué las luces y fui hasta las escaleras con la intención de rendirme y volver a dormir, pero una rara sensación hizo que me girara. Y ahí la ví. Había una mujer sentada y de espaldas en medio de mi jardín. Me ví avanzando hacia la puerta de cristal que nos separaba. Su cabello largo y moreno le cubria toda la espalda. Procedí a abrir la puerta y, con el ruido de esta, se giro. Me quedé impactado, tanto que lo único que salió de mis labios fue... - Tú... - formulé, haciendo que sus ojos se aguaran y que se levantara y corriera hacia mí. Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba completamente desnuda. [Esta historia es completamente mía. Prohibida la copia parcial o completa de esta historia. Todos los derechos reservados.]