"Tráelo a mí, Gil. Al hijo de las tinieblas, al traidor de tu señor. Sé el hijo pródigo nacido de nuestro milagro, a no ser que desees, con la misma insolencia de tentación, hacer el llamado de tu traición." Escucha el sueño, sino aquel vendrá. Será tu redentor, tu castigador, tu salvador. Pero escúchale, escucha sus palabras. Por ello, y la salvación de tu alma, oremos: palabra de Dios. Te alabamos señor.