Y la encontré de nuevo, con el cabello más largo y la cara más triste, cuidando de un niño que no había visto antes. Pedazos de banderas deshilachadas y quemadas todavía cubrían parte de los tejados.
Antes de entrar, miré por la ventana de su casa, que seguía rota, aunque la fachada era nueva. No conseguí ver a Gavriila, pero pensé que igual estaba en la cocina, haciendo unas deliciosas patatas con vinagre.
Llamé cinco veces a la puerta, como solíamos hacer en tiempos de batalla.
Abrió con el niño rubio en brazos. Creo que no me reconoció en los primeros dos segundos, pero después, sus ojos se empañaron, y los míos también.
-Camarada Bulgákov. - dije, al borde de las lágrimas.
-Camarada Kauffman. - le tembló la voz al pronunciar mi apellido. - Has vuelto.
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Aleksandra Kauffman, una joven judía de 17 años debe alistarse en el ejército como espía nazi para proteger a su familia. Los espías y soldados del bando fascista se reconocen por sus pulseras negras en la muñeca derecha.
Aleksandra es enviada a Stalingrado, donde es salvada de la bomba de Pávlov por una joven rusa llamada Svetlana.
Aviso: esta historia está ambientada en la Segunda Guerra Mundial y contiene, cómo no, escenas de violencia, maltrato, violaciones, sexo, suicidios, etcétera. Lees bajo tu propia responsabilidad.