Nosotros no somos su pareja típica. No tuvimos la experiencia de amor a primera vista. No nos fijamos en una cita a ciegas. Y nosotros definitivamente no recibir un disparo en el culo con la flecha de Cupido.
No, a diferencia de muchas otras historias de amor que se nos presentan, nos despertamos con resaca de nuestros traseros en Palace Hotel del César en Sin City con un certificado de matrimonio nos esposar juntos y que nos obliga a soportar el otro en la vida del otro.
Y eso fue hace un año, hace trescientos sesenta y cinco días a partir de que la noche de borrachera en Las Vegas, Nevada. La noche en que supuestamente era nuestra noche de bodas. Fue en el que intercambiaron votos arrastrando las palabras y no sabía qué diablos estábamos haciendo mucho menos lo que la cogida que estábamos consiguiendo realmente a nosotros mismos.
No hubo votos. No había una luna de miel. No había ni un solo testigo de esta aventura que cambia la vida para que pudieran detener esto, para que pudieran puta nos impide conseguir enganchado.
Pero eso fue hace un año, hace muy larga y duradera año, y no podemos insistir en algo que ninguno de nosotros realmente lamenta. Y uno podría querer volver atrás y cambiar todo, para subir a una máquina del tiempo y lanzarse de nuevo a esa noche y tal vez detenerlo, para alterar la secuencia de acontecimientos que habían ocurrido durante estos pasados doce meses.
Sin embargo, en retrospectiva, no creo que lo haría. Nos dejamos todo tal y como eran. Que no volvería atrás y cambiar un solo momento, ya que no estaríamos donde estábamos en la actualidad. No estaríamos en la unidad que estamos actualmente y aunque chocamos como los Titanes, repelen como imanes, y, a veces nos dirigimos unos a otros al borde de la locura, que acabamos de modo sucede que el amor tanto como despreciamos uno otro.
Sin embargo, yo soy el idiota que se atrevió a llamar a su marido "mi mujer", y yo soy el idiota que era lo suficientemente estúpid