Jamás creí que la tranquilidad de mi vida se vería trastornada por quien creí se suponía debía orientarme por el camino del bien pero, la escencia pecaminosa del ser humano nos movió a sumergirnos pronto en un abismo de tentaciones que ponía a prueba todas nuestras convicciones. Que dificil es enfrentarte cara a cara a tus más profundos deseos y resistirte, el silencio y la imagen de inocencia de nuestras sotanas serían nuestros aliados. Luego de nuestro lujuriosos encuentros, al final del día, solo nos queda golpearnos el pecho con un fingido remordimiento y decir mea máxima culpa.