Una flor se ha perdido. Entre los ángeles se camufló. Esa sonrisa entre tantas, se perdió. Sin vida. Se marchitó. El roce es tan frío. Cada espina acaricia feroz. Todo palpitar. Toda respiración. Entrecortada...su voz se apagó. Ángel, deja de llorar. Que mis manos desean consolarte. La distancia es un muro impenetrable ¡Oh, maldito cielo! ¿Tanto deseas alejarme? Esa flor nunca dejó de temblar. Suicidio era su salvación. Una cobarde y cruel decisión. Ángel... ¡Cuántas lágrimas dejaste derramar! Una flor se ha perdido. Despiadada muerte la arrancó. Igual al cada pétalo. Débil. Ahora tan pálida. Sin más raíces, falleció. Sin más nada que dar. Mi alma muere con esa flor. Aquella infancia en ángel se convirtió. Su hoz no puede perdonar. Flor marchita. Flor sin vida. Entre los ángeles se mezcló. Piel tan fría. Caricias vacías. Su voz aún susurra su adiós. Entonces las nubes tronaron. Un grito de dolor desgarrador descendió. Y las lágrimas del cielo decían que un Ángel lloraba. Dan es un ángel guardián enamorado de su custodia. Ellie, quien en su pasado había pensado suicidarse debido a sus problemas, desiste con el tiempo. Y Dan, con el permiso concedido de Dios, obtiene la humanidad para salvarla. Pero El Cuervo ronda atormentándola y rogando saber el paradero de una llave desconocida. Queda estrictamente prohibida su copia y venta sin consentimiento del autor/a. Obra registrada ISBN: 978-987-33-5773-2
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