Un ángel llamado Anabel

Un día caminando, una luz me encandiló, al mirar fijamente a aquella criatura no le pude quitar los ojos de encima, ella me miró con su dulce sonrisa y aquellos dientes tan blancos que parecían linternas, se acercó y sin miedo me saludó, me quedé en shock por un momento, ella echó una pequeña risa con la cual me ignotisó y sin darme cuenta la empecé a seguir por los campos, pastizales y miles de playas, me hizo creer que no sabia que la seguía, pero por alguna razón se fijo en este simple mortal que no tenía más que darle que su corazón y dos hijos los cuales no sabía si la aceptarían, pero no titubeó, sin pensarlo su camino a tras de ella continuo.