Conocí a un hombre el cual a mi entender tenía varios pactos con la vida, su religión era su ego, siendo así la sombra de su propio pasado. Físicamente me atraía, pues era verdaderamente tentador el porte de hombre que aparentaba, pero emocionalmente me causaba frío, hambre, sed, soledad... Y cuando me enamoré de él, sentía exactamente lo mismo. Sé que piensas qué terminará conmigo al final de la historia, pero nunca estuvo a mi lado en realidad. Su mente, cuerpo y espíritu estaban aliados al deseo de ver a las personas en el piso y cuando lo conseguía, se alejaba; dejando aquel hueco profundo, a blanco y negro. Te presento al único hombre que es adicto al dolor ajeno.