-Siempre te quise-. Esta frase se convirtió en una de mis favoritas pues ya estoy cansada de ocultar lo que siento por el, es triste saber que siempre me negué a aceptar que me he enamorado de él, basto con volverlo a ver para darme cuenta que aun lo quiero. No me atrevo a decírselo, ya que, para el soy solo una de sus tantas amigas, mirar su espalda se convirtió en uno de mis pasatiempos favoritos, pues, cada vez que miraba su rostro, mis mejillas se tornaban de un color carmesí. Es lamentable saber que solo quedan meses para que el se vaya a la universidad y yo nunca le dije lo que siento por el, hace unos días decidí escribirle cartas, hoy, estoy preparada para hacerlo, supongo que sera sencillo dejarlas en se casillero, digo, millones de personas pasan por los pasillos así que nunca sospecharía de mi.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.