Al principio eran segundos, estabas a punto de decir algo y lo olvidabas. Después fueron minutos, entrabas a una habitación y no recordabas para qué habías venido. Horas comenzaron a perderse también, dónde habías estado, qué habías hecho. Días no tardaron en olvidarse, sin saber que estabas haciendo o por qué estabas en un lugar. Semanas, meses, años, ¡décadas! Todo se perdía y nadie sabía que hacer. La única solución era escribir un diario y tratar de no olvidar quién eras. Fingir que eras la misma persona y que no estabas perdiendo tu identidad.
9 parts