Me acuerdo que cuando era chiquita era tierna, inocente, y le tenía miedo a la sangre. Caerme y rasparme la rodilla era mi peor sufrimiento, cuando veia personas fumando y pensaba que eran malas solo por tener un cigarrillo en la mano, cuando me creia una princesa. Me acuerdo la primera vez cuando escuché la palabra auto lesionarse, para mi era rara, extraña, ajena... Pero la vida se encargo de hacerme entenderla bien. La vida se encargo que mi mejor amiga no fuera una muñeca de plastico sino unas navajas, de que en vez de asustarme al ver sangre en mi piel me tranquilizara,de que en vez de llorar para llamar la atención, llorara a escondidas para que nadie me vea. Extraño esos momentos en los que para mi todo era extraño, donde la sangre y una herida significaban ayuda, y no batallas con migo misma