-Estar condenado a una silla de ruedas por el resto de mi vida definitivamente no fue lo que había planeado para mi futuro- El chico balbucea, fijando su mirada en sus piernas, como a la espera de que estas de un momento inesperado vuelvan a su función -Pero estar condenado a una silla de ruedas a tu lado por el resto de mi vida, lo transforma en un viaje alucinante, con muchas montañas rusas las cuales debemos recorrer. El mayor se quedó sin palabras, definitivamente terminaría de pagarle lo que su novio tanto merece. Quien diría en los tiempos de Florence, Oregón, que vivir a escondidas podría traerte tantas oportunidades, en Greenwich, Reino Unido.