Él y yo éramos diferentes. No nos preocupaba durar mucho, sino que todos los días fuesen increíbles e intensos. Creíamos en poder cambiar el mundo. En ser líderes en una sociedad de igualdad, donde nadie es mejor que nadie. Donde tú no eres mejor que yo.
Nunca fuimos normales, y tampoco nos importó mucho lo que opinaran sobre nosotros. Dudábamos de todo lo que el sistema nos decía. Nos saltábamos las normas. Y leíamos poesía juntos, porque nuestra vida misma era un poema.
Podíamos pasarnos horas hablando, sin cansarnos, sobre todo lo que haríamos para lograr nuestros fines. Sobre hacer el mundo un lugar mejor. Donde Belén Esteban no sería más conocida que Bécquer.
Él me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. Plantearme todas mis creencias. Darle vueltas a todo lo que me rodeaba.
En fin. No pretendo que nadie entienda por qué o cuánto le quise. Pero sí que jamás podré dejar de hacerlo.