No estamos hablando de miedo verdadero, sino del miedo controlado que experimentamos al ver una película, leer un libro, o acudir a los parques temáticos a disfrutar de la velocidad de las rollercoasters.
Encontré el diario de un pisicópata y entre más me hundo en sus atrocidades me doy cuenta que ningún lugar es seguro y ninguna persona es lo que aparenta ser, cada minuto que pasa siento como si mi cuerpo palpitara, solo con pensar en lo exitante que sería verte desangrado, ahora lo deseo, deseo ver cómo mueres.