El anticristo constituye la más dura e implacable crítica jamás lanzada, no ya contra la "buena nueva" de Jesús, sino contra la manipulación que de la figura y el mensaje de éste hizo, según Nietzsche, la Iglesia católica y, en concreto San Pablo. El autor expone lo que para él fue la actitud vital genuina de Cristo, y desenmascara la doctrina que, históricamente, le atribuyó un estamento sacerdotal movido por el odio, el rencor y el resentimiento.