-Tengo que irme- dijo, dejando que sus grandes ojos azules chocarán con los míos. Amaba sus ojos, parecían dos pedazos de cielo capaz de iluminar hasta el día más lúgubre. - No hemos hecho el contrato - debatí tratando de hacer que se quedara. -Presiento que no existe tal contrato - sus ojos brillaron y una pequeña sonrisa burlona se posó en sus labios. -Me declaro culpable - dije levantando las manos fingiendo derrota.- Solo quería verte.