Las presas identifican a sus cazadores naturales, es instinto, así como una víctima reconoce a su victimario. Del mismo modo, en cuanto le ve avanzar dentro de la habitación y sus potentes ojos contactan por una milésima, ella sabe que ese hombre es un golpeador...
Su madre decía que ella era como el invierno, tardó muchos años en entender a qué se refería. Ella era su todo, era su luz en medio de la bruma, hasta que la arrebataron de su lado con sangre y dolor.
Cayó, se golpeó duro contra el fondo del pozo y ya no logró salir sola. Pero existen personas que llegan a nuestras vidas con propósitos específicos, una de esas personas le tomó de la mano y le mostró el camino al cielo.
Camila, era el nombre de su madre y también el suyo.
Augusto, el hombre que le apoyó y amó más que nadie nunca lo hizo.
Marco, quien un día le ayudaría a sanar.
Rodrigo, el dueño de sus pesadillas y sufrimientos.
Ella, Camila, con un pasado sombrío y doloroso, ha encontrado el camino a la redención.
#52 en Ficción General
Portada: Yo.