harpper, Whilliam, Júpiter, Nickolas, Amanda, Dayanara y Fin. Siete personas, siete vidas que contar.
Fin amaba la astronomía, de Fin no habría mucho que decir, él sólo quería vivir una vida normal como la de cualquier otra persona, de esas personas que veía en la calle, de esas personas que llenan las calles con su bullicio, quejas, habladurías y de mas. Quería ser cómo ellas, quería quejarse de todo cómo lo hacen los demás, quería correr con su paraguas cuando la lluvia empezaba a caer, quería reír en momentos felices y llorar en los tristes, quería amar con todo el corazón a una sola persona, y por supuesto; no quería morir antes de tiempo, él quería morir en eso de los ochenta años o un tanto más, quería tener una vieja mecedora que chillaría siempre, y que nunca repararía, porque a parte de que prefería aquel ruido, siempre se perdía el tiempo entre los muchos pero no infinitos canales de la radio.
Pero... Él no era como las demás personas que llenaban las calles, él no hacía el más mínimo ruido o bullicio fuera de su casa. No podía ser como cualquier otra persona normal, no le gustaba quejarse a pesar de que quería hacerlo siempre, no podía correr con su paraguas cuando la lluvia comenzaba, porque él amaba la lluvia, Fin amaba mojarse. Fin no pudo amar a una sola persona con todo su corazón, porque se enamoraba tan fácilmente que olvido lo que era hacerlo de verdad, él, Fin Johnson Fickerss, no podría disfrutar su vejez en los muchos pero no infinitos canales de la vieja radio.
Las siete vidas de siete personas inestables psicolágicamente, las cuales también sueñan.
Los monstruos salen por la noche, porque en el día no hay estrellas que observar.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.