Supongo que ambos queríamos ser más que amigos o, en este caso, desamigos. Tratamos de odiarnos para que el odio sustituyera la atracción. De alejarnos, porque ella y yo no podíamos ser ni siquiera amigos. Fuimos desamigos, esperando a que la cosa funcionara y que ella tanto como yo dejáramos de sentirnos así. Sin embargo, ahí estaba yo, esperando un futuro con ella. Ahí estaba yo, rompiendo las reglas. Ahí estaba yo, importándome un carajo si tuviera novia. Ahí estaba yo, teniendo la esperanza de que todo cambiara. Ahí estaba yo, amando a mi desamiga.