Lo hice de nuevo. Quise pensar que podía volver a confiar en las personas, que la bondad le gana siempre a la maldad, que la felicidad existía, pero nada de esto pasó. No puedes confiar en nadie, ni en tí mismo, lo único que puedes hacer desde ahora es ser una maldita perra con la vida y volver tu corazón más frío que un bloque de hielo en el polo norte. Recuerda esto siempre; las amigas no existen y el amor apesta.