¿Saben? Escribir es como confesar. Cuando comienzas a formar la primera letra en el papel, ya sabes que estás perdido, que es inevitable sentir lo que ya en el papel has soltado. Ya no importa lo mucho que intentes ignorarlo; has hablado, y tus palabras han sido escuchadas. No por nadie en concreto, simplemente una vez fuera de ti, son declaradas ciertas; reales. Tan reales como los sentimientos que, insegura en un principio, has escrito. Y así, señoras y señores, me percaté de que realmente me gustaba Arianne.