En la vida llegamos a conocer personas que creemos que estarán para toda nuestra vida, personas que serán el sostén de nuestra felicidad, el consuelo de nuestras penas, el incentivo de las metas trazadas. Creemos por un instante en lo eterno y en la fantasía emocional del amor, en las palabras, en los hechos, en el corazón, en la cursilería, en la pasión, en el calor y compañía. Y es así como terminemos presos en una cárcel del corazón, metafóricamente hablando, en donde que para salir tendremos que vencer el alma que nos posee y dominar nuestro cuerpo como un títere a placer para evitar morir en la soledad entre la carne y los huesos que nos posee.
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