Él era un chico normal. Los estudios no eran lo suyo, pero haría lo que fuera por ver a esa chica que tan loco le volvía, incluso asistiría a clase.
Medio instituto hubiera matado por estar con él, Bill Roberts, al menos media hora, y es que era un bombón.
Ella, Amanda Collins, escondía un gran secreto que nadie sabía, lo cual intrigaba a medio pueblo. Había jurado no enamorarse jamás por su secreto. Sus estudios iban a la perfección y tenía grandes amigas que le apoyaban cada decisión. Aquel secreto que tanto escondía le impedía enamorarse, pero Bill no se rendirá facilmente. Está completamente enamorada de ella.