Lucrecia, en muchas ocasiones, se arrepentía de las decisiones que tomaba. Nunca eran las más acertadas. Sin embargo, jamás pensó el impacto que, literalmente, tendría al montarse a una bicicleta prestada aquella mañana. Una cadena de curiosos hechos se desataron a partir de esa decisión y ahora parece toparse con el chico al que conoció de manera peculiar en todas partes. Su atracción crece a cada encuentro y por cada detalle que va descubriendo de él, pero Mateo y su personalidad tan carente de emociones intensas, hacen preguntarse a Lucrecia si aquello es unilateral. Ella decide ir a por la conquista del seco corazón de Mateo esperando, por única vez, haber tomado la decisión correcta.