Pero ya era demasiado tarde porque ya no habría vuelta atrás, todo había acabado para mí. Escuché su voz gritando mi nombre, su voz quebrada en pedazos, no sabía si era real, o solo imaginaciones mías, pero en ese momento, sabía que no la podía dejar sola en este mundo que, como un barco, se hunde, que no tiene salvavidas, que tiene muy pocas oportunidades para salir adelante sino tiene una mano en la que sujetarse. Recordé lo rota que estaba durante esas semanas, no quería dejarla así todos los días que le quedaban, no ahora. Con toda la fuerza que me quedaba, pronuncié su nombre, con suerte, ella me escuchó y pude notar el sonido de sus lágrimas caer, como si fuera el sonido de un tsunami. #wattys2017