Su vida traía consigo demasiadas tensiones. Cuando su marido le sugirió hacerse tiempo y dejarse relajar con el retrato que tanto deseaba colgar en su despacho, ella pensó que la idea era descabelladamente idiota. Pero sus pensamientos no pudieron ponerse más borrosos cuando tuvo frente a ella al artista que la inmortalizaría. Pasó de ser el modelo vivo al propio lienzo y él se aseguró de trabajar en ella como si fuera su obra principal, su maravillosa creación de pintura y de pasión. Dicen que las manos de un artista son especiales, justamente porque crean lo que nadie. Él supo crear pasión y amor donde nadie lo había logrado. Toda una obra de arte.
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