Al menor de los Holmes jamás se le dio bien el arte de socializar pero desde que John Watson había entrado a su vida todo dio un gran giro de 180 grados, y que quede claro que no signifique que aprendió a socializar sino que aprendió a vivir, a soñar, a reír hasta las lágrimas, aprendió el valor de una amistad, logró ver lo ocultaba un "te quiero" y mejor aún, con el tiempo reconoció el peso de un "te amo", el poder de una caricia y por sobre todo... El dolor de un abandono.
Errores, los errores siempre serán la piedra en tu zapato, un peso con el que convivir hasta el último día de tu vida, pero a pesar de que un error puede hacer tu vida cambiar también puede hacer que con el tiempo mejore, que te ayude a sentir lo que alguna vez sentiste y mejor aún. Recuperar lo que perdiste.
Pues esta es la historia de cómo un error del pasado ha vuelto para recordarle al increíble Sherlock Holmes que a pesar de que pasen los años, jamás dejará de ser quien era ni de pagar por lo que hizo.