-¿Quieres un toque?-me dijo el sujeto de enorme estatura mientras sostenía una pequeña jeringa entre sus dedos. Miro la jeringa con duda, mientras me voltéo a ver a mis hermanos, que están observándome como si estuviera intentanto desactivar una bomba. -Un piquete no me hará daño-respondo tomando la jeringa y dejando que amarren una banda de goma elástica en mi brazo. Tomo la jeringa, ubico mi vena e inyecto la jeringa, dando paso a ingresar ese líquido transparente en mi cuerpo. Y así comienza todo. Un solo pinchazo, me llevó en un espiral sin salida.Compré un pasaje solo de ida a un Infierno en el que solo el Diablo podía ayudarme, a un lugar que de buenas a primeras, parece inofensivo, pero es tan engañoso como una alucinación de LSD, una inyección de ketamina, el efecto de una borrachera, la calada de un cigarrillo. Yo soy Oliver, y esta es la historia de como mis hermanos y yo, cavamos nuestras propias tumbas, hasta escuchar el canto de las luciérnagas.