Análisis

Desde que le habían dejado ahí no había dormido bien. Y lo peor de todo, el agua que tenía se estaba acabando. Por no hablar de la comida.

Los primeros días, Sedna no se había preocupado; después de todo, tenía suficiente agua para una semana, si la racionaba bien.

Sabía que no estaban buscándole, ni su familia ni los hombres que lo dejaron ahí; así que las esperanzas de que alguien fuera a rescatarlo habían desaparecido con el tiempo.

Era de noche, y él decidió que emprenderá una búsqueda mañana, iba a caminar todo lo que pudiese y, si había algo ahí que le pudiese ayudar, perfecto. Y si no, estaba muerto.

Se acostó en una cama improvisada que había hecho con el cartón de su comida.

No soñó nada, pero sí pensó en su último cumpleaños, cuando había estado con toda su familia. Le habían comprado un pastel de fresa. Su madre pensaba que él aún era un niño, así que le habían comprado también unas velas que formaban el número dieciséis.

Dos días después, él había salido con una mochila y su ropa, estaba escapándose de su casa. Aunque nadie le tenía realmente encerrado.

Y ahora había acabado aquí, se topó con unos hombres hace unos días, y ellos le habían dejado ahí.