Él no era especialmente atractivo. Sus ojos no eran azules, ni verdes, ni pardos; eran de un simple color marrón. Su cabello no era rubio ni pelirrojo; era, también, de un color marrón, más oscuro que sus ojos. Su piel no era clara, ni tenía un bronceado perfecto. No era exactamente alto, pero tampoco era pequeño. No poseía ese "misterio especial" que lo hacía resaltar. Tampoco era sociable y sobresalía sobre los demás. Él solo existía, sin tener nada en especial.