En mis dias de juventud mientras cursaba el cuarto lustro de mi vida, conocí a la bella Selena. El viento silbaba en mis oidos y el cielo mudaba a color durazno al tiempo en que la veia llegar, escoltada por la luna diurna en lo alto del cielo, a travez del campo direccion al manzano bajo el cual me encontraba. Descansaba y leia. Leia y contemplaba. Contemplaba a la lejania la figura de la bella Selena. Su belleza embriagante adornaba el paisaje y mi espíritu con el polen de la rosa estelar, aquella plantada en algun pequeño asteroide del universo. Acercándose, mi piel adopto el tono de las manzanas maduras sobre mi cabeza y mi cuerpo no quizo responder mas. «hola» diria al fin. Asi empezar una fatidica y comun historia, que aunque me desgarro la vida, no fue nada que ningún hombre este exento de vivir, y auque adorne con el misticismo de lo poetico su veracidad es total. «hola» me dijo. «hola» respondi. Esa tarde me entere de que recien se habria mudado a la ciudad y su casa, proxima