1 Parte Kumpleto De pequeña mi madre me enseñó a rezarle todas las noches al Ángel de la Guarda, pero con el paso del tiempo comencé a hacerlo cada vez menos, hasta el punto de únicamente rezar cuando tenía miedo. Lo que yo ignoraba, era que él siempre estaría cuidándome aunque yo no lo invocara, siempre me protegería más allá de que yo no pudiera verlo. Pero si hablamos de todo lo que yo no sabía podríamos escribir un libro entero, porque déjenme decirles que nada es tal como lo vemos, nada es tan literal cómo nos lo enseñaron, y les puedo asegurar que siempre que hay bien, hay mal, porque hay tanto ángeles como demonios.