―No es tu culpa Chris, ¡por favor entiéndelo!, yo te amo y no voy a dejar de hacerlo solo por esto, solo tú te mortificas por algo que para los demás no tiene importancia, ¡todos te queremos por ser quien eres!, no por tu físico o situación―dije desesperadamente
― ¡No te mereces estar con un maldito paralítico!, te mereces estar con alguien mejor, a mi lado no vas a ser feliz y es porque te amo, que te dejo ir―me dijo como si las palabras no le dolieran, y esa fue la gota que colmó el vaso
― ¡Estoy harta de esta maldita situación!, hasta cuando tengo que explicarte que te amo sin condiciones, sin límites y sin importar lo que digas, te prometí que siempre iba a estar a tu lado, pero no puedo cumplir si no me dejas- respondí tratando de hacerle entender que nada de lo que pensara me haría cambiar de opinión
―Pues entonces no lo hagas y así todo esto sería mucho más fácil―respondió frío y se alejó, dejándome sola, y destrozada...
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.