No era mi primera audición, ni la primera vez que posaba, ni la primera vez que posaba con modelos de otras revistas ni con chicos rivales. Ni siquiera era la primera vez que veía a ese despelucado fotógrafo, a esas personas de escenario, iluminación y staff. Todo era familiar y reconocible. Todo menos esos ojos al final del todo, una mujer observa con ojos serenos nuestras poses mientras el fotógrafo nos habla. No hizo falta nada más, solo aquellos dos profundos ojos grises que observan en la distancia, para hacerme sentir un novato, hacer que parezca mi primer modelaje. Hacerme sentir un crío.