Bueno, por dónde empezar, ¿no? Supongo que lo correcto sería presentarme...
Me llamo Sara. Tengo 17 años y, aunque muchos dirían que soy joven, la vida me ha hecho madurar rápido. No tuve una infancia normal; me abandonaron cuando era bebé en un convento de monjas. Algo así como un orfanato, aunque, siendo sincera, nunca encajé en ese mundo de rezos y obediencia ciega. Yo de monja no tengo ni un pelo. Casarme con Dios... definitivamente no estaba en mis planes.
Soy morocha, no muy alta, pero, como dicen, lo bueno viene en frasco chico, ¿no? Fría, calculadora, manipuladora... ¡oh, sí! Si he sobrevivido tanto tiempo en este lugar, no ha sido por suerte. Digamos que tengo mis encantos y una "personalidad arrolladora", como algunos dirían. Y claro, siempre consigo lo que quiero.
Lo último que habría esperado era que alguien viniera a adoptarme. A mi edad, las niñas ya no son opciones atractivas para las familias. Siempre eligen a los pequeños, esos que todavía tienen cara de ángeles y un corazón blando. Pero entonces apareció Él.
Cruzó la puerta desvencijada con paso seguro. Alto, de piel morena, con un cuerpo que parecía esculpido por los dioses y una boca que prometía pecado. Su mirada, oscura y penetrante, se clavó en mí con una intensidad que me heló la sangre y, al mismo tiempo, encendió algo dentro de mí.
No sé qué era lo que quería, pero sí sabía que yo no era la elección adecuada para él. Yo no era una niña dócil, ni alguien a quien domesticar fácilmente. Él debía saberlo... y aun así, ahí estaba.
La madre Acné me miró y asintió, como si ya hubiera tomado la decisión por mí. Como si estuviera segura de que esto era lo correcto. Pero yo... yo sabía que esto solo era el comienzo de algo que no podría controlar.
Sabía que esto se saldría de control... o, ¿no?
Acompáñame en esta historia, pero ten cuidado. No todo es lo que parece... o tal vez sí. ¿Estás seguro de que podrás soportarlo?
Mmm... lo