19 de julio del 2001 Dejé olvidados besos en tu piel ayer al recordar los que pasaron los primeros bocados que aliviaron mi corazón rebosante de hiel. Semejaban palabras de un infiel tus melosos susurros. Incendiaron mi combustible cuerpo, declararon, tras años, ser abejas con su miel. Recuerdo la inquietud de tu mirada el deseo anhelante de aprendiz precoz, incontrolado por impulsos fútiles ante un ansia derramada por mitigar un dolor de raíz que devolviera a mis venas los pulsos. Badalona, julio, 2001. Al alba Como una loba famélica aúllo por ver tu roja piel apasionada o contemplar tu boca sonrojada, admiración de amapolas, mi orgullo. El Aire trae desolador murmullo de sollozos, lanzados a la albada para que no despierte su mirada mientras tu cuerpo sabroso magullo. Muerde con pies y con manos ya juega y toca y goza y lame con anhelo, y mientras me devoras y me coges hiende al clamor de los gemidos. Ruega que el mal de amor no duela ya en el cielo ni que el alba destroce nuestros goces. Badalona, julio, 2001. La ira ¡Cielos, volcanes, montañas, marisma! en el temblor hundíos bajo el mar cuando note Neptuno mi penar provocareis en el mundo tal cisma. Quizá si tu mirada que ensimisma mi corazón volviera a completar dejaría el Olimpo para amar de nuevo y dar entrada a vuestro prisma. Ya los mismos abrazos no encadenan a un ser que ayer se unía contra el mío. Hoy, otros cuerpos son los que le llenan. Tus ardientes promesas envenenan la ira de Aquiles y también el brío de un Marte, que sin verte, te condenan. Badalona, 26 de julio, 2001.