Confesiones de clase invita a atravesar el tiempo: la Argentina de los años setenta, protagonizada por un grupo de adolescentes pujantes, apasionados, confiados en sus ideales. Y el tiempo con sus transformaciones, naturales metamorfosis surgidas de las distintas realidades de un país demasiado parecido a una montaña rusa. Se siguen los personajes a través de sus andanzas: cada uno va construyendo su propia historia, y entre todos tejen la trama de esta novela que combina buen humor, ternura, grandezas y miserias de un grupo de adolescentes devenidos adultos, en quienes el pasado se instala y pisa fuerte: devenir natural para algunos; destino prepotente para otros. Entonces queda al descubierto señores que no son tan débiles que ofrecen resistencia; secretos que muestran más de lo que ocultan; franquezas que se escurren por las grietas de otras realidades... Y, en todos ellos, la marca indeleble de un país, como mínimo, contradictorio.
Lady Frances Hess sabía que su estatus al ser la cuñada de lord Cholmondeley era algo que le daba ventaja en la región, por eso era tan presumida y arrogante que la mayoría de los caballeros la detestaban, lo que hacía que una propuesta matrimonial se convirtiera en una verdadera hazaña.
Robert Preston, marqués de Winchelsea, autoproclamado nómada había llegado a su próxima parada en Cheshire para conocer el condado y sus maravillas; sin embargo, acabó conociendo a la criatura más petulante de Inglaterra, aunque con un encanto que solo él podía percibir.
¿Sería posible que por fin deseara establecerse en ese condado solo para hacerle tragar su arrogancia a Frances o seguirá su camino dejando atrás a esa bella arpía?