Volver a encontrarnos con Manuel fue lo mejor que podía pasarnos como clan, mal que mal y a pesar de los problemas, era nuestro amigo y al final, gracias a él, Abril volvió con nosotros y se había ganado la batalla final contra Catalina. Manuel entregó la vida por su hija sin pensarlo dos veces. Claro que lo enviaron con una misión: derrotar a un clan de vampiros a los que se les estaba pasando la mano en Brasil, tierra de sol y vegetación. Sin discutirlo siquiera, aceptamos el reto. Nos sentíamos invencibles. Éramos trece vampiros que habíamos pasado las peores pruebas, pero, para mí, en ese lugar se encontraba la más grande con la que debía lidiar: la lucha contra mi propia familia.