No todo es para siempre...

Esta historia comenzó cuando conocí a Pablo en cuarto de primaria. Los primeros días apenas hablábamos, pero cuando pasaron dos semanas éramos inseparables, yo sabía que desde la primera vez que le vi entrar por la puerta ya sentí algo hacia él. Pero no estaba muy segura de que él sintiera algo hacia mi a parte de una buena amistad. Pasábamos prácticamente todo el tiempo juntos, por las tardes quedábamos y me ayudaba con los deberes, ya que yo era muy mala en los estudios y él era el más listo de mi clase. Estuvimos en la misma clase durante dos años, en sexto de primaria me tuve que cambiar de colegio por el trabajo de mi padre, él me prometió que volveríamos a esa ciudad, pero no me podía asegurar cuando sería. No me pude despedir de Pablo, tampoco le pude decir todo lo que había estado ocultándole durante esos dos años. Estuve cuatro años sin saber nada de él, pensando todos los días en él, pensando en si se acordaría de mi, si se acordaría de todos los momentos que habíamos vivido juntos, en todo lo que habíamos aprendido el uno del otro. En esos cuatro años, me di cuenta de que lo que realmente sentía por el era un amor verdadero. Esperaba que cuando volviera a verle él me hubiera estado esperando al igual que yo a él, por que aun que yo había conocido a muchos chicos durante mis tres primeros años en el instituto, no había nadie que le pudiera reemplazar. Hasta que un día mi padre me dijo que íbamos a volver a nuestra antigua casa me dio un subidón de adrenalina, tuve muchísima suerte, ya que nos tocó en la misma clase. Pero ese 28 de marzo se me partió el corazón nada más entrar por la puerta de la clase. Él estaba sentado al lado de una chica con una minifalda que se podía usar perfectamente de cinturón de lo corta que era, una camiseta con un escote que se le veía el ombligo desde arriba y con los labios pintados de rojo putón. Estaban los dos cogidos de la mano, dándose besitos. En ese momentó descubrí