«No hay peor temor que, el que tu misma te impones, por miedo a seguir adelante.»
Y cuánta razón había en ello,
Para Bethany Louis lo común seria, vivir aislada, convivir entre las sombras y vivir entre lágrimas. Mamá murió y ella ahora es la mujer de la casa, en toda la extensión de la palabra.
Ella ora, pero no le reza a cualquier santo de rodillas, ella grita, pero no de placer, ella llora pero no es de alegría. Ella vive, cuando en realidad quiere dejar de hacerlo.
Todo iba bien, o eso crei ella, se había acostumbrado a la rutina, no había ninguna novedad, ni nada que la hiciera cambiar de opinión. O... tal vez si.
El...
Bruno, Bruno, Bruno, el llego a salvarla o tal vez llego a destruirla más.
¿Cuál es precio por cada caricia dada?
¿Cómo se paga la atención prestada?
¿Cuál es el precio por la libertad?
O mejor dicho, ¿Cuál es precio por conocer a Bruno Marshall?
Creía conocer al peor de todos los monstruos, pero es mucho peor aquel que finge ser bueno cuando no lo es.
#989 en historia corta el 8 de noviembre