Una chica más.

Como cualquier otra chica a su edad (si, hablo de la adolescencia), se sentía sola, desconfiada, triste, fría. No se sentía así solo por que si, había razones, muchas razones.
Sus compañeros en clase la veían como alguien feliz, por qué aunque se sintiera mal por dentro ella siempre daba su mejor cara, siempre que había gente que la rodeará sonreía, pero su sonrisa no era para nada real. Se mostraba fuerte ante toda situación, sin importar que, con el paso del tiempo y problemas ella se hacía fuerte, pero seguía teniendo sentimientos.

Ella comenzó a sentirse así desde lo sucedido con sus padres, o al menos cuando comenzó a darse cuenta de lo que pasaba entre ellos, ¡¿por qué siempre los padres son culpables de nuestras tristezas?!.
Su frialdad y desconfianza comenzó desde ese momento [...]