No me gusta contar mis problemas, depresiones, frustraciones ni nada. Siempre digo que yo puedo recuperarme sola, que nadie puede entenderme, pero aveces no aguanto y, mierda, necesito desahogarme.
-¡NO AGUANTO MÁS ESTO! -Grité frustada.
Para que me entiendan les contaré todo desde el inicio.
Mi nombre es Cassie, cuando era pequeña disfrutaba mucho de la compañia de mis padres, siempre jugabamos juntos, los acompañaba a las reuniones que hacían en mi escuela, siempre estaban ahí viendome cuando actuaba, éramos la familia perfecta, y yo los amaba con todo el alma.
Todo empezó el día de mi cumpleaños n° 7. Fue el mejor día que pude tener; mis padres me organizaron una gran fiesta, todos mis amigos asistieron. Me la pasé genial, sin tener idea que al día siguiente iba a ser el inicio de mi gran sufrimiento.
Me desperté sintiendo un caloroso beso en mi mejilla, muy diferente al de siempre. Era mi padre, se iba a trabajar, o eso era lo que yo pensaba.
Pasaron los días y comprendí todo, él tenía otra familia, otros hijos y entendí al pasar de los años que jamás volvería. Me dejó, y desde aquel beso no sé absolutamente nada de el.
Siguieron pasando los años y mi madre cada vez me trataba peor. Ya no eran salidas, ni juegos, ni nada. Ya no era la misma de antes, ella solo me gritaba y me pegaba, a veces sin motivo alguno. Me culpaba del abondono de mi padre. La sonrisa que ocupaba su rostro se borró totalmente, al igual que la mía.
Cumplí 15 años y ya no tenía amigos, ni a nadie, estaba sola. Por lo cual me quedaba encerrada en mi casa todo el día. No encontraba razón alguna para seguir viviendo, hasta que llegó él para darle sentido a todo.
¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acción, los deportes y no se preocupaba demasiado por lo sentimental.
A pesar de sus diferencias, había algo en Lynn que atraía a Issabella. Tal vez era su valentía o su determinación, o quizás el hecho de que Lynn no temía ser exactamente quien era. Mientras que Lynn también sentía cierto interés en Issabella, no entendía como no podía tentarse en ganar y ser la número uno, veía que ella era como una suave brisa que acariciaba el rostro hasta de quien no merecía con dulzura, dulzura que raramente a Lynn le encantaba.