No debía enamorarse, ese tipo de sentimiento estaban estrictamente prohibidos en los juegos de las prostitutas.
Pero cuando crees tener la vida solucionada gracias a la sensualidad y manipulación que has aprendido a manejar, ¿te conformas con lo que tienes, o esperas obtener mucho más?
Todo estaba claro entre los dos, ella le daría sexo y satisfacción y él, pagaría una buena suma y cada capricho de la joven más de veinte años menor que él.
Los meses pasarían y los problemas se vendrían encima. Ambos se tendrían en la palma del otro; aunque estas fuesen de distintas maneras. Tarde o temprano uno pagaría un costo, el precio, marcaría la diferencia.
¿Quién dijo que una prostituta no se puede enamorar?
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Advertencia: esta historia contiene narrativa para adulto, si no gustas de esto, por favor no leas.