Me acorralo entre la pared y su trabajado torso, tal fue su cercanía que podía escuchar él agitado palpitar de su pecho, fije mi vista en su rostro en donde me tope con unos ojos tan negros como la noche y con un brillo especial...un brillo de deseo. Se acerco a mi rostro peligrosamente y en él momento que creí que uniría nuestros labios se desvío de su camino para situar sus labios en mi cuello. -Sigo siendo un idiota? -dijo en un susurro capas de enviar millones de corrientes eléctricas por todo mi cuerpo-. -Oh claro que si...eres mi idiota favorito.
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