Temari supo que algo estaba yendo mal cuando Gaara se les unió a Kankuro y a ella en la mesa del desayuno y permaneció en la misma posición durante más de dos minutos sin dirigirle la palabra ―o siquiera la mirada― a ninguno de ellos. Sin embargo, era su familia de quien se estaba hablando, y aunque fueran poco convencionales y aún algo incómodas entre ellos, generalmente sabían cuidarse las espaldas. Porque eso era lo que hacían, sacar soluciones del viento y respuestas de la arena pero sin rendirse.