Cuando la vida deja de tener sentido, cuando ya no tienes razones para seguir viviendo, cuando ya no hay nadie por quien preocuparte y creas que es mejor dormir para siempre, llegara esa persona, esa que te hace reir cuando lo unico que quieres es llorar, esa que te prestara su mano cuando no tengas como levantarte, puede que tengan una que otra pelea.. pero siempre estaran juntos si asi lo quieren, cometeras locuras por el y el por ti, pero... debes tener cuidado, por que nunca se sabe cuando y como terminara, esa es la unica regla, cuidate.. por que a veces el final puede ser muy tragico y duro, no te encieges por que puede que esto termine de la manera mas perfecta que exista, pero ojo y recuerda.. la perfeccion no existe.
Samantha Rivera y María Victoria Arellano.
No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes y actitudes contrarias. María Victoria era dueña de si misma, Samantha era una chica insegura. Sus manos parecían ser hechas como piezas exactas para encajar una con otra, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección.
Samantha era su pequeña.
Está historia no me pertenece, todos los derechos a su autor original.