Y volví a echar la mirada atrás, como cada mañana, como todas y cada una de las mañanas desde que la conocía
El mismo sitio, la misma hora, las mismas ganas...
Me quedé pensativo, giré la cabeza, miré al frente, y otra vez aquella mirada perdida... Que se quedó fija en aquella calle, que parecía no tener fin.
Ya se escuchaban los vencejos sonar, una temperatura agradable propia de esta época primaveral, recorría ya la ciudad.
Pensé en todas esas mañanas que habíamos coincidido. Desgraciadamente y como ocurría últimamente, no me crucé con ella, con su sonrisa, su mirada, nuestra mirada.
Con paso ligero me dirigí al metro. Allí esperé a la llegada del próximo tren. Cuando se disponía a entrar, alguien desde el andén contrario me chisteó, varias veces. Entonces levanté la mirada y... Allí estaba ella, observándome, con aquella mirada, esa sonrisa, que hacía olvidarme de mi, de mi realidad, del mundo.
Por favor, alguien que me despertara de aquel sueño...
Era una nublada mañana, y mis ojos se abrieron como dos faros de luz de un carro a punto de chocar, a pesar del dolor de cabeza que sentía en ese momento no podía dejar pensar en ti, en ese momento especial cuando por primera vez agarre con pasión tu mano, también cuando me miraste a los ojos en ese callejón oscuro y me dijiste con voz histérica que te soltara y con esa actitud innecesaria le dije, calla ,que con silencio me concentro mejor, además a estas horas de la noche nadie puede oírte, me preguntaste porque lo hacía y te dije con voz macabra, que te lo merecías ya que al ser tan hermosa no te merecías vivir en mundo tan maldito, así que te libero de esta agonía lo antes posible. En ese momento rompiste a llorar y pensé que llorabas de felicidad y empezaste a gritar a un mas, y con mi mano fría tape su boca con fuerza, e intentando asemejarme a su tono de voz le grite ¡¡te dije que con silencio me concentro mejor!!