Antes de que ésta historia realmente comenzara, estaba la tierra; con edificaciones inmensas, ejecutivos, ingenieros, estafadores, actores, tv pantalla plana, y científicos creando máquinas que sirvieran a la humanidad como sus humildes esclavos.
Pero no, no se equivoquen, esto no va de robots autómatas pensantes que deciden ponerle fin a la humanidad. Lejos de eso, para entender qué sucedió, comencemos por el principio que a todos nos enseñan cuando vamos a primaria a la preparatoria y la universidad.
Antes, cuando los egipcios, los griegos y los países nórdicos estaban en su mayor esplendor, avanzando en las matemáticas, en la filosofía y la navegación, también estaban los dioses.
Seres de sabiduría infinita capaces de alinear pirámides con astros, de otorgar armas lo suficientemente poderosas como para que todos temieran un solo roce de ellas y de crear seres tan temibles que nadie osaba desobedecer.
Son éstos dioses los que dieron fin a la tierra tal y como la conocíamos.
Lin Yi, un trabajador de oficina muy trabajador, murió una noche por exceso de trabajo. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontró en el cuerpo de un personaje que había sido carne de cañón y que había sido casado con un magnate como parte de una alianza comercial entre dos familias adineradas.
En este matrimonio, Lin Yi era prácticamente invisible. Su dominante marido nunca volvía a casa, dejándole sólo una asignación mensual de cinco millones de yuanes.
Lin Yi: ¡Qué buena oferta! ¡Es hora de vivir la vida como un adicto al sofá!
Aparte de eso, Lin Yi también tenía un hijastro llamado Huo Mianmian, un niño de tres años que era pequeño, suave y hermosamente refinado. Sin embargo, el niño generalmente era muy tranquilo y cauteloso con los demás, no se acercaba fácilmente a nadie.
Lin Yi no tenía que preocuparse por criar al niño, disfrutaba de su nueva libertad, su única preocupación era cómo gastar su dinero.
Cuando estaba feliz, compraba un inmueble comercial; cuando no estaba feliz, un coche deportivo...