-Vamos, sólo dilo.
Balbuceo cosas incoherentes.
No podía, simplemente no podía.
-Vamos, sólo son dos palabras, tres sílabas, cinco letras...
Dios, ¿era real esto?
¿Acaso estaba pasando?
-Dilo, dilo y me alejaré. Sé sincera contigo y hazlo.
¿Que sea sincera?
Bien, siendo sincera, yo le odiaba.
Por todas esas veces que me hacía enojar, que me hacía sentir fea y una tonta.
Siendo sincera, yo le quería.
Por todas esas veces que me decía cosas lindas, que me hacía sentir hermosamente incómoda, que era mi apoyo cuando todo caía.
Siendo sincera, yo le amaba.
Pero no. No podía decírselo.
No se lo merecía.
-Te odio -le digo en voz baja.
Él me mira con esos ojos que siempre me imaginaba, noto como se tensa al oírme y luego de un par de segundos, se da media vuelta y empieza a caminar por la calle.
Gaia odia el mundo del fútbol en el que está metida por culpa de su hermano. Pau odia lo mucho que ella le atrae.
Entre prejuicios, secretos y una inesperada conexión, descubrirán que el amor puede surgir donde y con quien menos lo esperas.