La muerte y el sociópata.

La muerte seguía silenciosa al igual que su narrador. Le dije lo atractiva que me parecía. Debió creer que estaba mal de la cordura, que los cables de mi cerebro estaban rotos, inclusive que solo la cortejaba en broma. Sin embargo yo realmente la encontraba fascinante, tentadora como afrodita a los griegos. En un instante se volvió mi musa, la inspiración misteriosa de un poeta que ama lo grotesco.

Beso mi frente con ternura, yo su craneo con deseo.

Conocerla fue de las cosas más bonitas que ocurrieron en mi infancia, perderla de los sucesos más terribles en mi presente. La parca se alejo de mi, dio por hecho que pronto moriría.

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